Dotado de una escogida genética,

al Olimpo lanza su privilegiado

cuerpo, por recia mente acompañado

en bella y porfiada contienda atlética.
 

Une Rafael Nadal, a la épica

en la que envuelve, como un halo mágico,

duelos revestidos de un punto trágico,

la fuerza ciclónica de su estética.

 

Que se detenga en el tenis la historia,

porque este español mallorquín figura,

con su nombre, en la cima de la altura

 

donde los dioses cantan su victoria.

Y en las nubes, rodeado de estrellas,

el cielo se ilumina con sus huellas.

 

Cartagena, 1 de junio de 2022.

Juan Antonio Fernández Arévalo.

 

Por Juan Antonio Fernández Arévalo

Catedrático jubilado de Historia

Deja una respuesta